La campaña de la que voy a hablar no la encontraréis en ningún libro, ni en ningún PDF descargable, ni en ningún blog, aunque posiblemente haya sido mentada por mi hermano
Carlos en la
Frikoteca o por
Bukran en la
Isla de Nippur. Esa campaña no es otra que la que se nombró con el poco épico aunque muy práctico nombre de:
La Aventura del Mar.
Efectivamente, no nos rompíamos mucho la cabeza por entonces. Esta aventura fue jugada durante casi dos años, con un grupo bastante nutrido de jugadores en sus inicios (6) y realmente grande en su apoteósico final (10).
El sistema elegido por entonces no podía ser otro que Runequest, pero con algunas variantes que lo hacía la mar de interesante, sobre todo en tema de Hechicería, Magia Divina y Magia Espiritual.
Ah, recordar esos tiempos ahora lejanos, ese año 1997 (¡¡15 años!!), en los que teníamos que buscar todo tipo de sitios para poder jugar la partida (muchas veces en la calle) para poder acoger a tantos jugadores y hasta familiares (y bueno, porque el crimen del rol aún pegaba coletazos a pesar de ocurrir en el 94).
La aventura se desarrollaba en un mundo antiguo y fantástico creado por mi propio hermano: Aelios.
La premisa en un inicio era ligeramente sencilla. El sacerdote del dios Sol Hiperius (portador de la Sagrada Máscara Dorada y que interpretaba mi primo Óscar), había recibido la sagrada misión de descubrir el secreto del Fuego Negro y para ello debía investigar una serie de pistas en diferentes lugares de lo que era la cuenca de un gran mar y los continentes que lo circundaban. Junto a él marchaba:
- Umuslópodas (interpretado por mi otro primo Jorge) un antiguo rey Irukele (hombres salvajes de raza negra de las Selvas de Irukele) desterrado que había decidido escoltar al sacerdote por lo que creo recordar fue una visión que recibió de sus chamanes.
- Bukran el Leviatán (interpretado por mi amigo Ricardo), un pirata de la isla de Nippur, hijo del dios de los mares Manann Lir que había sido contratado por el culto del sol para transportar al sacerdote por el mar.
-
Rocket Piedrasulfuro (interpretado por mi amigo
Israel, el blogmaster del
Multiverso), el socio de Bukran, un inventor enano, mafioso y con gran talento para las finanzas y los ingenios alquímicos.
- Gran Sacerdote Mercader Señor HuiHuiTxiPotli (interpretado por mi amigo Luis), un chamán de la inquietante raza de los Sebuk, seres batrazoides con estética azteca que eran transportados en un palanquín por sus guardias saurio y cuya sabiduría y poderes chamánicos eran portentosos (se nota la influencia de Warhammer aquí con los Slann).
Este grupo tomó rumbo a la aventura para descubrir el secreto del Fuego Negro, cuando hizo aparición en el puerto el Maestro de Magos Terrae (mi personaje) un poderoso mago huido de la Cábala de Kish (la ciudad de la que se partía) al descubrir que la gran mayoría de los grandes magos eran diabolistas. Transformado en halcón se transfiguró junto con su aprendiz Osboropop (PNJ al que le cogimos mucho cariño) en la cubierta del barco y dijo que acompañaría a su hermano (Hiperius) durante la aventura.
¡¡¡Comienza la aventura!!!
Y con esta premisa comenzaron las aventuras en este mundo mítico del que todos los que participamos fuimos impregnados por la narrativa de mi hermano que hacía las delicias de los participantes. No nos perdíamos una partida a pesar de la cantidad de gente que jugaba, e incluso más adelante se nos unieron otros tantos jugadores, como el peculiar Bolo el Magnífico (interpretado por mi amigo Kiko) un iniciado del Dios Bufón que dio más de un quebradero de cabeza a más de un personaje por sus peculiares poderes y sus bromas de mal gusto (que le otorgaban poderes divinos realmente interesantes y espectaculares), dos seguidores en sus fechorías de los que no recuerdo los personajes (pero que interpretaban mis amigos Rubén y Pablo) y Siervo Arrepentido (un asesino muy peculiar que interpretaba el amigo de mi hermano Santi).
Durante el transcurso de las aventuras nos enfrentamos a las maquinaciones de muchos cultos malignos y caóticos, disfrutamos con el politiqueo entre bambalinas de nuestros personajes, los negocios y trapicheos de Rocket en cada puerto que arribábamos (era un tipo rico y tenía muchos contactos por toda la geografía).
Visitamos laberintos repletos de cultitas, broos y hombres escorpión, espiamos los planes del Hijo de Bashko (un semidios del Caos), acometimos batallas navales con piratas de las Hermandades enemigas de la Hermandad del Leviatán. Batallas épicas contra ejércitos de seres acuáticos que asaltaron la ciudad donde nos asignaron a Bolo el Magnífico: ballenas, krakens, cangrejos gigantes ¡Y la Tormenta Viviente!, y en la que pudimos asistir al poder inconmensurable de la Sagrada Máscara Dorada y su Absolución Solar, en la que descargaba todo el poder de una estrella sobre sus enemigos. Visitamos las Islas Gemelas y la Gran Isla de Tuombo donde la Bruja de la Tierra nos indicó el camino para enfrentarnos a la amenaza a la que aún no le habíamos puesto forma ni nombre y que ahora era clara para nosotros: El Baphomet.
El Baphomet: Dramatización.
Algunos objetos portentosos iban cayendo en nuestras manos como el Bastón Lunar de las brujas de la Luna o la Capa de Niebla, que convertía a su portador en un personaje casi indetectable. Pero antes de acometer esa empresa los fantasmas del pasado volvieron para atormentarnos, la Cábala de Kish envió a sus mejores magos para cazar al mago Terrae, que había huido con varios objetos mágicos para asegurarse la supervivencia. El Maestro de Magos Bephemo un antiguo colega de Terrae detuvo el barco de Bukran con decenas de ondinas y se enfrentaron en terrible batalla mágica que gracias a la intervención de Hiperius las tornas cambiaron a favor de Terrae. Una gigantesca fortaleza acuática, conocida como La Isla Flotante, se precipitó más tarde a nuestro encuentro, y también conseguimos conquistarla y derrotar a sus navegantes.
Todo convergía poco a poco en el final de la aventura, las Selvas de Irukele, donde sería invocado el Baphomet con las Matrices Elementales, que habíamos ido recopilando y arrebatando al enemigo en el transcurso de la aventura, pero no no fueron suficientes. Los personajes se enzarzaron en una batalla final, con criaturas del caos, saurios y magos oscuros de todo tipo que finalmente consiguieron invocar al Baphomet.
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Vencimos, y sin apenas bajas a pesar de lo que gusta a mi hermano llevarse personajes justo al final (aunque claro, es normal, sino no sería épico). Y tanto nos gustaban las aventuras que poco a poco fuimos narrándolas (empezó mi hermano, después yo y terminó haciéndolo Bukran) en un Word que cuando terminamos creo recordar que pesaba unos 6 megas. Y por aquel entonces, que todavía usábamos disquetera, no era una tontería...
En fin, batallitas de Abuelo Cebolleta, una increíble aventura que recordar y que recordamos todos con mucho cariño. Aún hoy en día cada cual recuerda una parte de la misma e incluso cosas que sólo concernían a un par de personajes y que se hacían en muchas ocasiones en privado con el máster, ¡o incluso sin él! Tan grande era el grupo que ya nos juntábamos en grupitos para confabular, hacer negocios y rolear como si se tratase de un vivo.
Ah, cómo me gustaría volver a leer ese documento para rememorar tantas aventuras... Oh, Aelios, cuántos secretos nos mostraste y cuántos se quedaron ocultos para nuestros ojos... Quizás algún día los descubramos, sólo el tiempo lo dirá...